17 de marzo de 2008

Gales cuadra el círculo

Por Fermín de la Calle (Patada a Seguir - AS)

Mantiene el rugby una relación con la Historia, con mayúsculas, que descansa en la creencia de que en lo pasado está la Historia del futuro. Por eso cultiva el respeto por el pasado del rival, la Historia de su camiseta o el peso del escudo. Es la memoria histórica. Ayer esa Historia se citó con Gales en el Millenium para cuadrar el círculo. El 15 de marzo de 1908 los dragones conquistaron su primer Grand Slam. 100 años después, alzaron el décimo.











A tamaña cita acudió Francia con smoking, pajarita y un XV achampanado: Floch, Malzieu, Jauzion, Clerc, Elissalde, Dusatoir y Ouedraogo. De grana y oro. Necesitaba añadir tres ensayos a la producción galesa para ganar el torneo. Enfrente, un dilema: ¿defender la renta o tratar de incrementarla? Y Gatland, seleccionador galés, fue fiel al hwyl, el zen galés que promulga la diversión, pero también el sacrificio. Fue fiel a la Historia. Y así, valiente, plantó la bandera en la 22 rival, cerró los espacios, asfixió a Elissalde y presionó a Skrela tiñendo sus verticales patadas de embarazosos voleones. Gales, como José Tomás, se fue al sitio, "allí donde los toros te cogen o te hacen figura". Los galos, abrumados, derramaron errores con los que Hook elevó el listón hasta 26 puntos.

Gales ahogó el primer paso rival mientras desde el palco Lievremont, chaleco de cuello vuelto y chaqueta de terciopelo, puro flair, ordenó oxigenar por la orilla. Del coqueteo francés se paso al acoso galés. El derroche físico local brindaba una defensa sin fisuras que abortaba las tentativas galas de romper por el intervalo, grietas en el muro rival.

Sin juego de delanteras por la lúdica iniciativa bleu (con sus tres cuartos fuera de cobertura), los gordos galeses trabajaron heroicamente en el apoyo. Mares de sacrificio, ríos de sudor, gotas de sangre... y océanos de gloria.

Navegaba el partido camino de los océanos cuando Gales encajó la expulsión temporal de Henson, al que persigue su malditismo mediático y la costumbre de sacar los pies del tiesto en las grandes citas. Pero el inconveniente sólo evidenció la madurez de Gales, la selección más versátil de este VI Naciones de imberbes jugadores y seleccionadores añejos. El ensayo de Shane Williams fue el justo premio al empeño local y el colofón a la trayectoria de un jugador digno de La Sinfónica de Arms Park. El posterior try de Martyn desató la euforia en cada rincón de Gales: Glamorgan, Prembokshire, Swansea... Tres millones de fieles que veneran el rugby, su deporte rey, desde que hace 100 años su selección ganara su primer Grand Slam. Un país para el que "jugar al rugby es como hacer el amor: hay que pensar más en el placer del otro que en uno mismo". ¿Y Francia? Siempre será esa amante exuberante.

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