16 de mayo de 2010

Crisis ¿y lo nuestro qué?

Interesantísimo artículo de Phil Blakeway en www.zonarugby.com ...



Si alguien piensa que el planeta Ellis en nuestra Península (porque nuestros amigos portugueses no se libran) va a permanecer ajeno a la debacle económica que nos asola, que lo diga alto y claro, porque quizá sus recetas sean validas para los desnortados depositarios de nuestra soberanía.

Quiero decir que si el Sr. Presidente de la FER (hagan abstracción de la persona que ocupa el cargo y tómenlo como expresión genérica) ya tenía dificultades para conseguir dineros públicos aquí o allá, a salvo la recientemente olímpica modalidad heptagonal, ¿qué va a ser ahora de tales o cuales planes, siendo como es la FER una entidad que no genera recursos más allá de limitados contratos publicitarios con entidades amigas pero más bien semipúblicas? Y hablo de RENFE naturalmente, que en un mercado como el español se mueve sin competencia y por eso se permite el lujo de destinar recursos publicitarios a un deporte minoritario como el nuestro. Por lo demás temo una huida masiva de patrocinadores de las ligas federativas en cuanto el deterioro económico se vaya acentuando aún más. Porque lo de que si algo puede ir peor lo hará es axiomático y en esta coyuntura lo nuestro es anecdótico y prescindible. Por eso, querido Robinson de nuestras entretelas, muévete con cuidado, que apoyamos y alabamos tus iniciativas en pro del rugby ibérico, pero guárdate de los vaivenes de los procelosos mercados financieros, de los que somos víctimas primeras como todo lo superfluo.

¿Pesimista? Como el que más. Y quiero equivocarme, pero la realidad del entramado económico de hoy por la mañana es pésima y la de pasado mañana va a ser peor, así que prepárense para una significativa contracción de la práctica del rugby al nivel al que aspirábamos, que si luego no se produce respiraremos aliviados, no por el rugby, que también, sino porque seremos un síntoma de que casandras y agoreros se equivocaron o de que salimos airosos del trance tremendo al que nos precipitamos a toque de carga.

Eso sí, somos gentes de rugby, acostumbradas a apretar los dientes y a aguantar firmes, trabados y convencidos. Pues que nuestro bagaje nos sirva para guardar la llama encendida, que ya escampará y quizás entonces, después de padecer una criba de clubes, jugadores y patrocinadores, nosotros o nuestros retoños, tomaremos el tren que perdimos en la década de los Noventa.

Sic transit gloria mundi, y contra mi parecer opinen los optimistas antropológicos. Se agradecerán dosis de ánimo.

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