Diego Zarzosa, segundo español en debutar con los Barbarians, tras Oriol Ripol.
José Marcos (El Pais) - Madrid - 19/11/2007
"Honra al espíritu de la camiseta. Sé tú mismo. No hagas cosas que no harías en un partido normal". Un pilier inglés, 50 veces internacional con el XV de la Rosa, adoctrinó a Diego Zarzosa el pasado miércoles en Plymouth. Ocurrió en los prolegómenos del debut del talonador, de 32 años, del Cetransa El Salvador de Valladolid con los Barbarians, la crème de la crème, un honor reservado sólo para los grandes del rugby.
"Que me invitaran fue un gran honor. Es uno de los equipos míticos de este deporte".
Hasta el estreno de Zarzosa, sólo Oriol Ripol, hace cuatro años, había vestido la zamarra de los Baa-Baas. "Que me invitaran fue un gran honor. Es uno de los equipos míticos de la historia de este deporte. No me la esperaba, pero esto también indica que nuestro rugby está creciendo y que en Europa ya están pendientes de los españoles", recuerda Zarzosa desde Irlanda antes de medirse al Connacht en la Challenge Cup. En la anterior ocasión Ripol, el ala catalán que juega en los Sale Sharks de Manchester anotó tres ensayos. Zarzosa logró uno en los 55 minutos que disputó de titular. No bastó para superar al equipo de las Fuerzas Armadas (24-20) justo el día que se conmemoraba el remembered day en honor a los caídos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. "Es una experiencia que no todo el mundo tiene. Hay mejores equipos, pero la idiosincrasia es la misma", asegura Ripol mientras hace unas compras.

"El argentino Gonzalo Quesada era el de más caché. El resto no jugó el Mundial de Francia. Habrá mejores nombres entre los que se midan a Suráfrica el 1 de diciembre en Twickenham. Pero da lo mismo. Aunque perdimos, todo fue perfecto", confiesa Zarzosa, incondicional del pilier Os du Rant, decisivo en el triunfo del combinado surafricano sobre Inglaterra en la final de París.
"Pues claro que sé lo que ha conseguido", cuenta Rufo, padre de Diego y vicepresidente del Valladolid. "Hasta hace seis años, Diego y los demás se pagaban las 10.000 pesetas de la ficha de su bolsillo. Y la ropa se lavaba en casa", explica. "Todo esto no se logra sin el respaldo de los tuyos", reconoce su hijo, que se dedica a las tareas administrativas de la empresa familiar. "Trata de explicar en una multinacional que vas a faltar tres días porque tienes partido o que causas baja por una lesión... Ése es nuestro gran hándicap", apostilla.
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